viernes, 4 de noviembre de 2016

El credo liberal en el siglo XIX

Publicado en esta gran página La Nueva Ruta del Empleo.


¡Saludos amigos!

Aquí estamos nuevamente, para intentar “comentaros” algo más de “historia”, que para eso es lo mío. Seguimos en el siglo XIX, tan lleno de momentos históricos y nos movemos nuevamente en el Romanticismo (aun queda, claro que si), para presentaros brevemente algo de su credo liberal.

Vamos a ello.

CREDO LIBERAL

Foto propiedad de Editorial Marín S. A.


Así es, con este esfuerzo por mantener las cosas como estaban, es decir, volver al Antiguo Régimen, se produjo la consolidación del autoritarismo político y religioso; no se podía detener de una vez, lo sembrado por la Revolución Francesa y el espíritu ilustrado del propio siglo XVIII.

A medida que transcurría el siglo XIX, la oposición a la Restauración y al conservadurismo fue acrecentándose  de una forma vital, y así, tanto la clase media como la burguesía, que se había dado cuenta de las posibilidades que el liberalismo presentaba para su preponderancia política y económica, se aferró a la idea de que el hombre era capaz de autogobernarse y todos los liberales, en su conjunto, estaban de acuerdo en reconocer al hombre como un fin en si mismo, y la libertad humana fue el “eje maestrode su filosofía política.

Las fuentes del liberalismo político debían buscarse, en primer lugar, en la propia definición de los “derechos naturales” que, tanto Locke como los ilustrados franceses, lograron imponer en la Declaración de la Independencia de Norteamérica y en la Declaración de los Derechos del Hombre en la propia Francia. Todos  sostenían unos derechos naturales básicos:

  1. - El hombre tenía derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada.
  2. - El Gobierno era una institución creada para mantener estos derechos.
  3. - Este Gobierno podía ser sustituido si fuera preciso.

A esta base general los liberales unieron dos “ingredientes” más:

1. - El Utilitarismo de Jeremy Betham.
2. - El misticismo de ciertas religiones no conformistas de John Bright.

En definitiva lo que era necesario hacer era probar, según el propio Betham, la utilidad de instituciones existentes, en el sentido  de si eran capaces de promover el mayor bien para el mayor número. Las reformas serían necesarias a partir del momento en que no superaran esta prueba.

STUART MILL Y TOCQUEVIILE

La mejor exposición del “liberalismo utilitario” debe buscarse, en primer lugar en la obra de John Stuart Mill (1806-1873), “Sobre la libertad”, que nos dice que el hombre era, por principio, un ser potencialmente racional y asociativo y podía confiarse en él para que supiera autogobernarse, pero para ello el hombre debía tener plena libertad de expresión y fuera capaz de respetar la opinión ajena. “Si toda la humanidad menos uno fuesen de una opinión, y solo una persona fuera de la opinión contraria, la humanidad no estaría más justificada en reducir al silencio a esa sola persona, de lo que ella, si tuviese en sus manos el poder, lo estaría en silenciar a toda la humanidad”. En palabras del propio Stuart Mill.

Junto a este gran autor, destacó la obra del aristócrata francés Alexis de Tocqueville (1805-1859), que escribió su obra “La democracia en América” de la que previó su futura grandeza, a pesar de que se mostró desconcertado por el igualitarismo allí imperante y por la excesiva fe que mostraban los americanos por la infalibilidad de la mayoría. Decir también para finalizar esta parte del post que tanto Tocqueville como otros teóricos del liberalismo comprendieron el peligro que representaba la tiranía de las mayorías sobre las minorías, y la posibilidad de que la libertad individual desapareciera ante la fuerza de la mayoría.

Decir ya para concluir el papel de la masonería y el carbonarismo, dos de las grandes “sectas” clandestinas en este “juego” del siglo XIX. Y decir también el papel del Papa, en este caso con León XII que en su “Carta apostólica” señalaba la aparición de los carbonarios diciendo que “de estas viejas sectas masónicas, cuyo ardor nunca se ha enfriado, han salido otras varias mucho más detestables”, y designa entre ellas claramente a los carbonari “que tienen por fin derribar los poderes legítimos y producir la ruina de la Iglesia”.



viernes, 7 de octubre de 2016

Ideas religiosas y fundamentos políticos en el Romanticismo

Post creado para la página La Nueva Ruta del Empleo.


Foto: Editorial Marín S. A.



¡Saludos amigos!

Nuevamente aquí, “a pie” del “Word”, con el fin de poneros, y comentaros sobre todo, algo concreto sobre tema histórico, que para eso es lo mío, jejejeje.

Ha pasado ya un mes desde mi última “convocatoria” con vosotros y aquí estoy de nuevo con la idea de comentaros algo y he pensado, leyendo nuevamente mi post anterior sobre el Romanticismo, que había algo por lo que volver a él, algo no había quedado claro del post o, simplemente, había que darle otro punto de vista. Y aquí estoy con la letra preparada para ponéroslo por escrito. Vamos a ello con las ideas religiosas junto con las diferentes tendencias políticas unidas o sometidas al Romanticismo.


No debemos olvidar que a mediados del siglo XIX había surgido con fuerza, de la mano de Carl Marx, el “Manifiesto Comunista” y eso “estaba de moda” en toda Europa en este siglo. Pero muchos socialistas de la época creyeron que no podían funda una nueva estructura social/política sin una religión y así, tanto Saint-Simon, como Augusto Comte crearon una “religión” con el fin primordial de crear una liturgia establecida y todo ello por el posible detalle de que en Europa existía una fe religiosa provocada, fundamentalmente por las miserias y los desastres que había provocado las guerras napoleónicas. Así podemos entender que este “primer romanticismo” tenía que ser católico y todos los actos, fundamentalmente la Santa Alianza fueron revestidos de un empaque religioso formalista. Pero esta misma actualidad del espíritu religioso puso a las propias iglesias frente a los problemas delicados del momento, es decir, estas iglesias no tenían que decir nada de las formas nuevas de la sociedad, y sobre todo, nada que decir sobre las injusticias sociales y económicas… Gran fenómeno que ya surge en el mismo siglo XIX.

Estas iglesias durante este siglo no acabaron de decidirse a tomar una posición nueva y se mantuvieron oficialmente en un conservadurismo prudente, pero en su seno, dentro de ellas se provocaron una serie de corrientes contrarias, ya fueran tradicionalistas o modernistas. Vamos a verlas, pues estas son realmente las bases fundamentales que basan este post tanto las ideas religiosas como las diferentes tendencias políticas del momento.

Con respecto a las crisis religiosas, o fundamentalmente sus ideas, hay que comentar que la Iglesia Católica se centró cada vez más, alrededor de la persona del Papa pues era el, definitivamente quien supervisaba los movimientos que intentaban conciliar la libertad y la religión. Este “problema” quiso resolverlo el abate bretón Lamennais con catolicismo liberal.

La Restauración política había influido decididamente en las todas las doctrinas cristianas y, por el mismo motivo, la Iglesia Católica aceptó que la sociedad rural, familiar, monárquica y patriarcal era el ideal a mantener, pero muchos sacerdotes jóvenes, alrededor de 1830, comprendieron que una alianza demasiado estrecha entre el Trono y el Altar era peligrosa para la propia Iglesia. De alguna manera había que conciliar el catolicismo con el liberalismo y la sociedad modernista.

Junto a este catolicismo liberal del propio abate Lamennais, surge en Europa un catolicismo social el cual estuvo organizado y dirigido por jóvenes burgueses y nobles, los cuales crearon también el catolicismo sentimentalista que confundía la caridad con la limosna… (Así seguimos).

Y  con respeto a esta ideas de la religión, junto con esta gran crisis de la propia religión tenemos fundamentalmente, las ideas políticas conservadoras y así junto con la Restauración monárquica aparece el conservadurismo político-religioso y que responde a las tesis de dos pensadores como fueron el irlandés Edmund Burke y le sardo-francés Joseph de Maistre, el éxito de ambos pensadores se basó, fundamentalmente, en que las doctrinas revolucionarias desencadenaban, de manera obvia, en guerras sangrientas.

Y no podemos terminar este post sin comentar, de modo breve, por supuesto del pensamiento religioso y político aquí en España en el siglo XIX, y tuvo dos personalidades emergentes tanto el filósofo Jaime Balmes como el extremeño Juan Donoso Cortés. El primero de ellos impugnó duramente el racionalismo existente en España en su obra Cartas a un escéptico en materia de Religión. En la corte de Isabel II jugó un papel moderado, de teórico del conservadurismo. Con respecto al segundo señaló con toda claridad hasta que punto la política exige una previa postura teológica, sobre todo en su obra Ensayo sobre el Catolicismo, el liberalismo y el socialismo.