lunes, 20 de enero de 2014

ESA COMPAÑERA DE VIAJE




La mente de Luis volvía a jugarle malas pasadas, volvían aquellas malas sensaciones que, como por arte magia, iban recorriendo sus puntos vitales, su corazón, que en aquellos momentos de vacío no estaba protegido por la coraza de fiel caballero, y su alma noble, como correspondía al mismo caballero.

Esa mente inquieta dibujaba una compañera de viaje que le acompañaba siempre pero que poco se mostraba, aunque a veces, deshacia el “mutis por el foro” y aparecía en escena con hálito de tristeza.

Esa triste compañera que nunca pedía nada, pero que en algunas ocasiones suplicaba demasiado…

Este era el pensamiento que atronaba en la mente de Luis, esta era la dura sensación que habitaba dentro, porque le pedía demasiado, esa triste compañera de viaje “abusaba” de ¿su poder?, asignándose un papel preponderante en su sentimiento y en su alma.

Había aprendido a vivir con ella, la respetaba y ella le respetaba a él, pero en algunos momentos, en algunos instantes puntuales, fiel a su cita, acudía sin haber sido invitada, reclamando esa parte de su ser que le correspondía por “derecho”, ese era el “peaje” que la mente inquieta de Luis tenía que pagar; un precio modesto en las mayoría de las ocasiones, pero que había momentos en que el precio a abonar era insostenible.

Y el momento había llegado en que la “fiel” compañera tocaba en su hombro, asomaba la nariz por encima del mismo hombro que tantas lágrimas había recogido, tocaba en su corazón, que en ese momento se encontaba maltrecho por muchos sinsabores, por muchas miradas reflejadas en ese espejo de vida, que le devolvía una triste realidad. Era consciente de ello, sabía que la imagen reflejada era de él mismo aunque con otro rostro, pero le dolía, le maltrataba en estos momentos en que la compañera no querida atraía su atención.

Hoy pedía mucho, hoy demandaba esa atención que su mente no quería atender y que su alma quería, cuando menos, rechazar, no dar crédito a sus demandas, tener clara su presencia si, pero dejar de lado sus pretensiones que, de alguna manera, eran desmesuradas…

Su corazón, su alma, el noble pensamiento que habitaba en el, se revelaba, rechazaba de plano esa injusta compañía, esa inmerecida compañera de viaje. Y desde no sabía donde irumpían las palabras, los gritos en silencio de su más profundo ser.

– No quiero prestarte mi atención. -

Con estas palabras salidas desde los profundo de su ser, Luis queria borrar de un plumazo las pretensiones de la “compañera”.

– Aquí estoy porque me has reclamado. -

Eran las palabras de respuesta.Y en su mente Luis, empezó a pensar de que manera, por qué razón había invitado a la SOLEDAD a acompañarlo en el viaje…

Así es. "Esa compañera del viaje". En la web "Web Que Pymes" de German Prados.


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