Todos estos pensamientos volvían, una vez
más, a su inquieta mente, a su “quebrada” mente y, por desgracia, más veces de
las que el mismo quisiera…
¡Cuántas veces quisiera “despertar” de una
vez de ese tan repetido sueño! Quisiera despertar de una vez, quisiera volver a
la realidad, quisiera, de una vez por todas, dejar de oír ese maldito
“tic-tac”, ese gran elemento que rompía con toda su realidad, que rompía con
todo lo que él había imaginado, rompía y, sobre todo, no le dejaba escuchar lo
que las personas que tenía cerca le decían. Aquello le provocaba un gran
desasosiego, es decir, le provocaba un “miedo” interior del que no podía salir,
necesitaba salir, y no podía.
Ese malévolo reloj seguía marcando duramente
su tiempo con ese macabro “tic tac” y su mente no dejaba de pensar, no dejaba
de maquinar, no dejaba nunca…. Quisiera cambiar su vida de una vez, quisiera
volver a repetir aquello y, sobre todo, volver a ser feliz, tratar de recuperar
aquello que, en el fondo, era suyo.
Pero siempre, siempre encontraba aquello que
no le correspondía, aquello que no podía ir con él, de ninguna de las maneras,
aquello que detestaba, pero que en el fondo convivía con él siempre que podía,
siempre que estaba a punto, siempre que quería salir de él. Todo lo que él
mismo odiaba, todo lo que le producía espanto, todo lo que no quería ver, se le
presentaba a los ojos de una forma clara y diáfana, por desgracia.
Pero quería volver, quería recuperar aquello
que, de una forma auténtica, era suyo, simplemente quería volver a ser él
mismo, volver a tenerlo, recuperarlo, por fin, de una vez por todas…
Pero era complicado, era difícil volver a
tener ESO, volver a disfrutar, por si mismo, de todo lo que estaba en la vida,
de todo lo que andaba por ahí, de todo lo que se podía disfrutar, ¡de todo!
Difícil, miserablemente complicado
volver a tenerlo, volver a disfrutarlo, volver a tenerlo.
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